Cuando no queda más que decir
solo hay que aprender a escuchar el silencio.
Cuando tus ojos lloran lágrimas de dolor
los pensamientos se nublan y siempre van a destiempo.
Soy consciente de mi propia inconciencia
y no busco palabras que calmen mi tempestad.
Porque ya no creo
que una pena se ahogue
en un mar de verbos.
El fuego no se apaga
si volves a encenderlo.
Cuando el aire quema
y la voluntad se hace ceniza
no quedan más armas
que tu propio silencio.